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Amigos de Enriquito

RELATOS DE ALFREDO AYALA EN ETNOGRAFÍA Y FOLCLORE

lunes 7 de diciembre de 2009

* A ENRIQUITO CÁCERES, YERBERO

El crecimiento urbano, desmesurado y caótico, ha transformado el paisaje natural hasta sepultarle o volverle irreconocible. Y en este torbellino de cambios, el ser humano ha quedado arrinconado brutalmente de una relación con la naturaleza, jamás interrumpida durante milenios, pero que apenas en dos siglos la Era Industrial ha herido y amenazado con riesgo de muerte...
La vida actual, bajo el imperio del hormigón, los coches, la revolución o concentración industrial y las incitaciones al consumo, han separado al hombre de la naturaleza hasta arrinconarlo arrancándole de un entorno del que formaba parte...

    PITA ZÁBILA
A tal punto han crecido estos excesos que, al inicio de este siglo XXI, una de las principales, o tal vez la principal preocupación de la Humanidad, sea asegurar su supervivencia conservando y restaurando el grave deterioro del medio natural en el planeta. Nos pasamos la mitad de la vida destrozando y la otra mitad queriendo recuperar el entorno perdido: ¡Qué contrasentido!

Estas consideraciones adquieren mayor sentido, si cabe, en lugares como el Archipiélago Canario, donde el delicado equilibrio ecológico, se quiebra o fortalece, con relativa frecuencia. Vivimos en unas islas de cristal, que, se están viendo afectadas y a la que urge la estimable ayuda de una conciencia general que lo defienda de los usos y abusos irresponsables que, por desgracia tanto abundan en nuestra historia.

La sensibilidad canaria, por la conservación del medio natural, se traduce en unas afortunadas revalorizaciones de usos y costumbres propias, siempre cercanas o cuando no unidas a la naturaleza singular de esta tierra.

Tal vez por estas razones, asistimos hoy al resurgimiento de la medicina natural, tradición que nos llega desde el mundo pre-hispánico y que se vio enriquecida por los aportes de los colonos europeos que aquí se implantaron y por las relaciones de Canarias con América.
                                                                                                               
MALVISCO
Razones de peso asisten a la importancia de estas prácticas curativas en el Archipiélago: la tradición aborigen, que como todo pueblo primitivo mantiene una íntima relación con la tierra y sus recursos, la abundancia y bondad de una flora mimada por el sol y la escasez de médicos para atender a una población rural aislada, cuando no poco atendida o, incluso, olvidada.

Ese forzoso aislamiento, obligó a que la necesidad se ocupase de usar los recursos que estaban más a mano y que se venían utilizando desde siglos... Ellos usaban como medicinas las hierbas, frutos y raíces de esta tierra: Tabaibas, cardones, titímalos, la savia del árbol padre, del fabuloso Drago, el arrope de Mocán... Empleaban el amolán y hacían sus brebajes, para aliviar sus dolencias y enfermedades.

Hoy, debemos admitir que esta línea no se ha interrumpido durante siglos pues aquí, como desafiando a los nuevos tiempos, están todavía y en plena actividad, los yerberos.

HINOJO

“SENDEROS ISLEÑOS” debe reconocer que cuando comenzó a dibujar este programa sobre la vida y obra de los yerberos, pensábamos que esta figura era cosa de ayer, de otro tiempo... gente anclada en el pasado, que en una época suplió la carencia de médicos en el Archipiélago. Pero estábamos equivocados. A medida que nos íbamos informando y entrando de lleno en su mundo, descubrimos una actividad difícil de apreciar desde fuera...

El yerbero, se ha ido adecuando a los tiempos y sigue gozando del respeto y la consideración de la gente de la tierra. Son una realidad en Canarias... Una realidad viva. Y son ellos, los yerberos, vinculados a la tradición estricta, los que nos acercan a la medicina natural.

Todo o casi todo ha cambiado en el mundo rural de ayer mismo... pero no el yerbero... El se mantiene impasible en sus habituales ocupaciones, cumpliendo esa misión benefactora al servicio del prójimo...

ENRIQUITO CÁCERES

Su figura, aunque diferente, tiene relación con el curandero. En realidad el yerbero equivaldría al farmacéutico, al que acudimos para que nos venda, con asesoramiento, una medicina. Así, en apartados rincones campesinos, se acude al yerbero por idéntica razón. En el yerbero se depositan grandes conocimientos y larga experiencia. El transmite con escrúpulo lo que ha recibido de sus mayores, prolongando una cadena muy antigua, basada en observaciones y práctica de siglos. Quienes se le acercan tienen fe en su persona y en las plantas que facilita y ya esa fe es para el enfermo un valioso elemento curativo.

El yerbero, no es un curandero. Él no ofrece poderes personales. No, el yerbero solamente entrega sus saberes acerca de las propiedades curativas de las plantas, cuando, cómo y en qué cantidad debe administrarse en cada caso.

Algunos yerberos son, simplemente, recogedores de hierbas y hojas. Otros son vendedores en los mercadillos... con sugestivos cartelitos anuncian hierbas y sus aplicaciones, así cada cual puede elegir aquel remedio que considere oportuno.

BREZO

Hoy, en esa generalizada sensación de “vuelta al campo”, reacción al sofocante mundo industrial y urbano que ha enseñoreado durante el siglo pasado que ya es historia, la medicina rural tiene una representación tan diversa como amplia... mercadillos, farmacia, herbolarios, puestos ambulantes... Por eso parece claro que la figura del yerbero adquiere un rotundo perfil de actualidad, y que su pervivencia aparece asegurada en el futuro.

Pero… ¿qué es un yerbero? ¿Cual es su dedicación, su día día?

En cierta ocasión, cuando trabajaba para Televisión Española en Canarias, tuve la iniciativa de meterme en el mundo del Yerbero… Busqué, por distintos rincones de nuestra geografía, alguien que tuviera la pinta, el conocimiento y la sabiduría, para hacer un programa atractivo… En los altos de Gáldar, encontré una mujer que conocía al dedillo el mundo de las plantas… pero después, su verbo, no respondía a lo que se exige en un programa de televisión del nivel de “Senderos Isleños”… Un compañero, me facilitó nuevos nombres que también se descartaron….

Un día, caminando por la avenida de la populosa Playa de las Canteras, sentado a la altura del Hotel Cristina, un hombre ateado, llevaba sobre su hombro un saco de hierbas y algunas mujeres, lo esperaban en el camino.
Ahí, viene Enriquito…

ENRIQUITO CÁCERES

Enriquito, al que observé detenidamente, venia teniendo unos 70 años más o menos…era encantador, hablaba y daba lecciones sobre las propiedades de sus plantas a cuantos se acercaban por allí… y usted ¿no lleva nada? Enriquito, le respondió una señora que llevaba pañuelo negro en señal de luto: No tengo dinero… “yo le he preguntado si usted quiere algo… De dinero, no hemos hablado…" La señora, pidió Oroval, decía que tenia un malestar en la dentadura... Enriquito, atento y afectivo, con toda naturalidad le dio lo que pedía la señora y con la misma naturalidad, puso su saco sobre el hombro y siguió por el espléndido paseo de Las Canteras rumbo a la Isleta… Se le veía feliz… transmitía que le gustaba lo que hacía…Saludaba, en el trayecto, a los asiduos a la avenida… A la altura del veterano Club Victoria, lo saludé. Fue la primera vez que hable con el… al termino de la conversación, me dije para mis adentros: “este es mi hombre”.

Desde entonces, me convertí en su sombra… lo acompañe por distintas veredas, caminamos barrancos y nos fuimos por descampados…salíamos de madrugada, “con la fresquita”, es como mejor están las plantas y las hierbas…el se paraba, cogía lo justito: “así cuando vuelva, no pierdo el viaje y siempre tengo un “puñillo” para llevar”… Siempre provisto de tijeras y pequeño saco.. Allí en el llano o en la hondura del barranco estaba la hierba curativa o la planta sanadora…Enriquito, era un sabio…Atesoraba conocimiento aprendidos unos y heredados otros…

Algunas señoras, por esos caminos de Dios sabían cuando venía y la hora que pasaba…

OROVAL
Uno, que la imagen que tiene del campo es lejana… que es más bien hombre de ciudad, observa todo cuando se mueve alrededor…Enriquito se paró en un arbusto…
-esto ¿qué es…?
-un Oroval…
Lo asocié con el que pidió aquella señora de la playa de las Canteras...

Enriquito no perdió tiempo, seguía con sus tijeras arrancándole al Oroval pequeñas tiritas..
(El oroval es una especie arbórea que se da con facilidad en todo el Archipiélago Canario, preferentemente en laderas y barrancos, nunca por encima de los seiscientos metros. De él se usan las hojas y la corteza. Sus propiedades y aplicaciones se centran en las enfermedades oculares, pero también alivia toda clase de dolores reumáticos, de muelas y otros muchos. Sus frutos provocan la orina y bebidos con vino, facilitan el sueño...es un estamos un ejemplo de las múltiples e insospechadas cualidades curativas de una especie no por conocida, menos sorprendente.

Enriquito era como el reloj del campo… una vez, incluso, lo acompañé a una emisora local…allí, este hombre de campo, mago como el solo, pero con la sabiduría que te da la observación, se sentía como pez en el agua…era una imagen contrastada de Yerbero y Comentarista…

Enrique Cáceres, fallecido hace algún tiempo, era yerbero de la norteña ciudad de los Caballeros, de Gáldar. Llevaba, cuando lo conocí cincuenta años ejerciendo tan peculiar dedicación. Nuestro yerbero y amigo Enriquito, tenía los sitios localizados, conocía el monte como la palma de la mano. Me hacía gracia, cuando a veces maldecía y censura a cuantos se acercan por estas latitudes para recoger las hierbas y destrozaban cuanto esta alrededor. Enrique con un “esto es lo que nos ha tocado vivir...” lo arreglaba todo.
POLEO
Ahí, me explicaba cómo queriéndome meter en la cabeza todos sus conocimientos, plantas nocturnas, diurnas, de secano, de rocío... También debe tener en cuenta el ciclo lunar. Primavera y verano, próximo a la festividad de San Juan, y septiembre, son las estaciones idóneas para la recogida de las plantas.

Una vez recogida las hierbas Enrique Cáceres debe someterlas a una meticulosa operación de conservación y secado. Es una labor de la máxima importancia…

En este local sombrío y ventilado, el yerbero, según le dicta la tradición, cuelga o coloca las plantas haciendo ramilletes boca a bajo. Y si es preciso, las envuelve en papel de periódico o cartucho. Nada queda al azar, ni a la improvisación....

RUDA
Poleo, Llantén, hoja y corteza de Oroval, Ruda, Malvisco, Hinojo, Brezo. Enrique va dejando una estela de hermosos nombres, ya de por sí capaces de alegrar el ánimo y la esperanza en los enfermos...Un aire puro, de refrán limpio y convincente: “Sándalo, miel y limón, ayudan al corazón”. “Hierbas amargas, la vida alargan.”


SÁNDALO
El resurgimiento de la medicina natural es una realidad pujante, cuenta con un amplio mercado en expansión y alcanza un sorprendente nivel económico.
                                                                                                                               
Las plantas del Archipiélago canario cuentan con el máximo aprecio científico de aquello países donde la medicina natural, la filoterapia, tiene más tradición y mayor desarrollo.

LLANTÉN
La sociedad post-industrial, en su obligada vuelta a la naturaleza, no quiere ni puede desoír los planteamientos y aportaciones que, aunque olvidadas por un tiempo, han sido utilidad para la salud de innumerables generaciones.

Canarias tienen la suerte de contar con una ininterrumpida tradición de yerberos y con una naturaleza pródiga en hierbas, árboles, plantas y frutos de grandes propiedades curativas.

¿Qué mayor bien sino dispones de los beneficios que una tierra propia?

Pero también aquí aparece esencial tener conciencia de que la flora canaria debe protegerse, respetarse, y así, frenar ya de una vez por todas las agresiones que la degradan y sitúan al borde de la desaparición. Si canarias no exporta la bondad de sus hierbas curativas, habría que confiar en que, al menos, los yerberos del inmediato siglo XXI no tengan que importar del extranjero las plantas que aconsejen.

ALFREDO AYALA OJEDA

1 comentario

Juan Antonio -

Hola, durante muchos años fui vecino de Enriquito y Fefita; y alguna que otra vez, jugué con Tere y hablé con Loli, ya que eran mayores que yo. Aunque no entiendo nada de plantas medicinales, mi abuela y mi madre me enviaban a comprar las hierbas de Enriquito . Tan solo quiero agradecerle estee blog y las imágenes que de él he podido ver, me han recordado mucho mi infancia... y a ellos claro. Muchas Gracias por esos recuerdos.